Carta para los «desmemoriados»

Digo lo que sigue como miembro fundador de la Asociación Sotolargo, cuyo fin es: “ejercitar los derechos que correspondan frente a la Administración y otros.”.
Hace más de 30 años compré a PRIBERSA una parcela en Sotolargo, y en ella construí una casa.
Al tiempo, compré a Monteaveruelo S.A. una acción del Club y empecé a pagar cuotas.
Monteaveruelo S.A. se diluyó como algo etéreo de Pribersa.
Pribersa no construyó los depósitos que garantizaban agua a la urbanización y, reteniendo la propiedad de viales y zonas verdes o lúdicas, obligó a los vecinos a pagar su mantenimiento.
Hete aquí la Entidad de Conservación, delegada del Ayuntamiento, y las cuotas.
Como jefe administrativo de dicha entidad, descubrí y puse a la luz pública que PRIBERSA había cedido los viales, zonas verdes y lúdicas al Ayuntamiento; y este los había inscrito a su nombre en el Registro. Y los rectores de la Entidad lo sabían.
De inmediato se acabó mi breve trabajo en la Entidad. Y se constituyó la nueva Asociación Sotolargo.
Siendo propietario el Ayuntamiento, suyos son los costes de mantenimiento; y responsabilidad de todos los vecinos, sean del monte o del pueblo. No de la Entidad.
Sobran las cuotas: pues por algo se paga el IBI.
Los rectores de la Entidad, con los fondos de ésta, se apresuraron a pagar las deudas de PRIBERSA con el Ayuntamiento a cambio de una escritura de dación en pago y liquidaron las cauciones de un recaudador municipal y una arrendataria del bar del club. Y, eliminada la Entidad, pretendieron constituir una comunidad, de forma que no desapareciesen las cuotas cada vez más sustanciosas.
Es decir, unos cuantos vecinos se compran para su disfrute un palacio con servicio en Marrakesh. Están en su derecho, pero no intenten que yo, que no lo quiero, se lo pague.
Los Tribunales de Guadalajara y para corroborarlo el Tribunal Superior de Castilla La Mancha dan como nula de pleno derecho la tal comunidad.
Esas sentencias resultan ser los comunicados y anónimos de la Asociación, que siempre firma cada uno de sus papeles.
Además de desacatar las sentencias de los tribunales, los nuevos libelos llenos de calumnias sistemáticas vienen ahora con las mismas excreciones y hechuras, que no estilo, de otros anteriores. Ahora bien: con el anonimato mayestático de un grupo político, silenciando nombre y apellidos personales.
Ya basta.

J. Silva Portos
8 septiembre 2010


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